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Grabando los sueños

Puede que la idea de construir una máquina que permita ver los sueños o vivir experiencias oníricas a la carta sea menos descabellada de lo que parece. Esto se puede ver en el trabajo de unos investigadores de la Universidad de Berkeley, California. Gracias a una combinación de Imágenes de Resonancia Magnética funcional (IRMf) con complejos modelos informáticos, los investigadores decodificaron y reconstruyeron los vídeos que previamente habían visto algunos de los miembros del equipo de este trabajo. “Estamos abriendo una ventana a las películas de nuestra mente”, asegura con optimismo el neurocientífico de la universidad americana y coautor del estudio Jack Gallant.

 

El trabajo no trata de sueños, pero sus resultados sugieren la posibilidad de conocer el pensamiento y las intenciones de las personas, así que los sueños no pueden quedar al margen de las especulaciones. Eso sí, los investigadores opinan que una tecnología semejante está a décadas de distancia. Lo que está claro es que “este es un paso muy importante hacia la reconstrucción de las imágenes internas”, en palabras de Gallant. También está bastante claro que las intenciones del estudio son bastante más provechosas: conocer mejor la mente de quienes no pueden comunicarse verbalmente, saber qué piensan los pacientes en coma, desarrollar interfaces que medien en la comunicación entre nuestro cerebro y las máquinas para mejorar la calidad de vida de las personas con problemas de parálisis... Son solo unos ejemplos.

 

“Nuestra experiencia visual natural es como ver una película”, argumentó el líder del estudio, Shinji Nishimoto. Pero también advirtió que “para que esta tecnología tenga una aplicación más amplia debemos comprender cómo procesa el cerebro estas experiencias visuales dinámicas”. Nishimoto, junto a dos compañeros de investigación, pasó varias horas en el escáner de resonancia magnética viendo vídeos de películas de Hollywood para luego desarrollar los modelos informáticos que reconstruyen las imágenes.

 

El problema al utilizar este tipo de escáner es que las señales que mide, que dependen del volumen del flujo sanguíneo, cambian más despacio de lo que lo hace la activación y desactivación de las neuronas, que depende del oxígeno que les aporta la sangre. La solución precisó un modelo informático con dos etapas, una para las neuronas que se activaban y otra para las señales que reflejaban el flujo sanguíneo. Este modelo se aplicaba a cada voxel -una especie de píxel en tres dimensiones- del cerebro que recrearon en el ordenador. 

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